Una de las cosas que mejor y de forma más vívida recuerdo del 15M, a parte de las asambleas y las larguísimas conversaciones al sol, fue la explosión cultural que acompañó al fenómeno. Fruto de la ebullición del momento surgieron proyectos fantásticos a nuestro alrededor: bookcamping, fundación robo, la ikastrolla, el vaciador…Otros cogieron nuevo ímpetu, como las fiestas cumbieras, los talleres de sexualidades heterogéneas, la edición de libros acelerados, los talleres de uso radical de tecnologías, los encuentros para hackear la visualización de datos, los recitales de poesía, las fanzines… fuck yeah! Tantas que es difícil enumerarlas sin dejarse muchas en el listado de favoritos. Recuerdo de forma nítida, bajar de Jacinto Benavente a Lavapies y de golpe pensar, joder, el 15M me está permitiendo imaginar. Imaginar un devenir político diferente, pero también paradigmas estéticos y de convivencia nuevos, antagonistas, difusos, heterogéneos.
Hubo una foto que circuló durante los primeros días de la acampada Sol en la que salía un cartel escrito a rotulador que se había confeccionado en una de las guarderías que florecieron en la plaza. Se podía leer “Los niños y las niñas piden: Osos panda, +Bicis – Coches, Unicornios, +Columpios, …”. Lo curioso es que en ese momento no sólo los niños querían unicornios, muchos adultos también esperábamos que aparecieran. Nos veíamos a sus lomos conquistando nuevas formas de institucionalidad, explorando nuevos paradigmas estéticos, nuevas estructuras de cuidados, espacios de enunciación política, promiscuidades afectivas, redes raras de actantes y actores, nos imaginábamos estableciendo debates tecnológicos y dejando atrás esa idea de política en la que tan sólo se hablaba de lo probable y lo posible, no de lo deseable o lo extraordinario. El 15M abrió el paradigma de la política de lo inaudito, y eso nos permitió imaginar estéticas arriesgadas, traviesas, glamurosas, astutas, audaces e imprudentes. Estéticas que escapaban del imaginario de lo político y nos llevaban a mundos posibles, muchos de ellos aún por explorar.
Todo termina. A mediados de octubre, al cerrar la asamblea de Podemos, al sonar los primeros acordes de L’Estaca, vi caer unicornios del cielo en el Palacio de Vistalegre. Morían de asco al ver que al final, la política volvía a ser eso, tipos y tipas que cogen micros y hablan de lo urgente, de lo necesario. Tipos y tipas que vuelven a pensar que la cultura no es lo importante, que el paradigma estético al que pertenecen es una mera formalidad. Tipos y tipas sentadas en sillas de plástico, rodeados de banderas y altavoces con los que magnificar su deseo de instituir. Que sensación de fracaso joder, como de no haber aprendido nada. Como si materialismo y estética no tuvieran nada que ver. La estética relegada a una suerte de idealismo redundante.
Lo mismo acontece con el pensamiento tecnológico. Tras años de hablar de tecnologías libres, de privacidades, de autonomía tecnológica, de entramados tecnico-estéticos que nos permiten devenir de formas diferentes llega el ciclón 15M y la urgencia, la necesidad de llegar rápido a todos y a todo, parece que relega el debate en torno a las tecnologías a un segundo lugar. McLuhan muere. Lo importante es el mensaje, no el medio. El mensaje vive sin el medio. El mensaje no habita un medio. Así los prototipos inestables, las redes inacabadas, los cacharros arriesgados se arrinconan y se dejan para después, Para cuando lo urgente deje lugar a lo importante, lo importante a lo necesario y lo necesario a lo prudente. Así envejecen los movimientos políticos, con la obsolescencia de sentirse institución antes de hora. Con la sonrisa socarrona de “tu estás hablando de software, pero nosotros de política”. Ellos hablan de política y nosotros decimos amen.
Ser audaz ya no se lleva. El tiempo para los experimentos ya ha pasado. Es el tiempo de la política real. El desierto de lo real era que la política sigue vestida de pana. Sigue pensando que la estética es una cuestión de gusto. Que los debates estéticos han de verse relegados a los debates económicos. Como si la economía no fuera una ficción tecno-estética plagada de gráficos, excels, fantasías, libros de management en salas de espera de aeropuertos y especulaciones sin visos de acontecer. Como si los abrazos y los gestos de autoridad no constituyeran un twerking rancio y obsoleto que es necesario repetir antes de asirte al atril. Como si el micrófono que sujetas y que convierte tu voz en impulsos eléctricos que se distribuyen por la sala a través de bafles dispuestos para llegar a todos y cada uno de los rincones no determinara de qué política vas a hablar. Como si la página de Facebook donde convocas a tus eventos no limitara el tipo de personas a las que ese mensaje va a llegar.
Parece que volvemos a la política de la canción protesta. A la erótica del líder. A la estética de lo conocido. A la ética del tenemos la razón. Y así, se volverá a separar la política de los sensatos de la política de los inconscientes. De quienes quieren llegar a su revolución bailando y de quienes consideran que es hora de asentar la cartera. De quienes ven en el micro un lugar donde establecer cánones y no desde dónde lanzar preguntas. De quienes tienen prisa porque quieren llegar lejos. Como siempre, hay quienes tienen urgencia por hacerse viejos, por suerte, quedamos muchos que aún no. Pegaso, vámonos de aquí.
Hay algo que me sorprendre, Jaron. ¿Por qué todo todo eso que tanto te seducía se acaba en Vistalegre? ¿por qué Podemos arrasa con todo eso como si controlaran los Aparatos del Estado? ¿acaso hay dipositivos coercitivos que no permiten que sigan ocurriendo esas cosas que te gustaban? ¿por qué “todo termina”? No encuentro argumentos para justificar ese cierre. Tal vez esa cultura que ilusiona a nuevas mayorías sociales es diferente a la que te gusta, pero bookcamping continúa, Fundación Robo sigue tocando, el trolleo exótico sigue extiendo, el vaciador no ha cerrado. ¿Por qué lo das por terminado? ¿acaso debería asumirlo como propio Podemos? La verdad, eso sí que me parecería un problema. También te digo que no le pidas peras al olmo.
El ciclo 15m ha sido muchas cosas. Entre otras, la reclamación de más democracia y la exigencia ciudadana de mecanismos para la garantía efectiva de derechos sociales. Hay tantas “culturas del 15m” como relatos de los vivido se pueden hacer. A ese cartel de los unicornios, le precedieron y le siguieron muchos carteles con un “queremos una democracia real ya”, otros tantos de “no somos mercancía en manos de banqueros” y toneladas con el “sí se puede” o “violencia es no llegar a fin de mes”. Toda una estética. Un cúmulo de imaginarios de lo ordinario con una capacidad alucinante para producir formas de política y signos culturales que van más allá del asalto institucional o de tus paseos de Jacinto Benavente a Lavapiés. Tal vez, menos sofisticada o distinguida que los osos panda y los unicornios, tal vez menos efectiva que la maquinaria electoral de Podemos. Es una valoración que nos supera. Pero considerar que ahí no hay materialismo ni estética o que eso está agotado, es una opinión, cuando menos, altiva.
Todo es bastante más viscoso. No hay que olvidar que Fundación Robo ha hecho canciones para Municipalia, para Podemos, para Ganemos y que, guste más o menos, las herramientas de la tecnopolítica –espacio de experimentación que fue todo un laboratorio en el 15m– están teniendo un protagonismo bestial en este ciclo institucional. Dentro, fuera y más allá de Podemos. La vida y la invención social no la agota un nuevo partido político.
Hay una cosa con la que estoy muy de acuerdo. Es cierto que hay “quienes tienen prisa porque quieren llegar lejos” Y debido a eso, en Podemos se van diluyendo todos los mecanismos de gobierno del común y todas las herramientas de control colectivo que también estábamos inventando. Cuánta cultura experimental basada en el ensayo, el error, la réplica y la copia monstruosa hay en las prácticas del gobierno del común. Inagotable. Todo eso, parecería que desaparece en nombre de la real politik y bajo el chantaje del “trabajamos para las mayorías” que va trazando la estela de la promotora Podemos. Pero esas herramientas, esos modos de hacer, esas normas compartidas que son el caldo de cultivo del compromiso por un cambio político, siguen existiendo y caminan en un ciclo que no acaba en Vistalegre. Un ciclo largo en el que seguir experimentando. Y si vamos despacio es porque vamos más lejos que Podemos.
Yo creo que el problema no es vistalegre y esos tiempos (que, probablemente, también). El problema es que la real politic alrededor de un aparato se empiece a considerar institución. Que todo lo que emana de ahí sea institución deja muy poco margen a esa nueva institucionalidad que sí se había imaginado de algunas formas, mutantes BTW.
Que ahora es todo muy que se diga ‘¡Salta!’ y se responda ‘¿A qué altura?’.
Ais. No sé, yo cada día pienso una cosa eh. Pero bueno, ahí van mis dudas/certezas. Las podéis tirar a la basura, creo 🙂
Me llama mucho la atención Rubén el argumento de que nada de lo que haga Podemos quita potencia y capacidad de trascendencia a todos estos episodios experimentales alrededor del 15M. De que el experimento no se acaba con el relevo en la hegemonía. También la idea que apunta más abajo Isidro de que si esto no sale bien, se vuelve a abrir la crisis de representación, y santas pascuas.
Yo partía de varios supuestos:
1. Que este momento no es cualquier momento y que se ha abierto una ventana de oportunidad que no se volverá a abrir con tanta facilidad.
2. Qué como dicen los tertulianos más rancios, la política es el arte de la gestión de los tiempos, y el momento del desborde no se puede volver a ensayar ni a repetir si no sale bien a la primera.
3. Que como decimos mucho últimamente citando creo que a Isidro tambíen, hegemonía no hay más que una, así que mejor que sea la nuestra.
4. Que esto de la Nueva Política iba en serio y que consistía no solo en regenerar y en recuperar sino también en construir, prototipar, implementar y abrir nuevos dispositivos y mecanismos.
Todavía recuerdo tras las Europeas cómo el éxito de Podemos frente al relativo fracaso del Partido X les convertía en los vencedores morales a los que se concedía gustosamente la capacidad representativa. Es por todo esto, sumamente decepcionante que cuando se abre la ventana de oportunidad, los encargados de pilotar ese cambio escogen reiteradamente, una y otra vez, lo reconocible frente a lo nuevo, lo seguro frente al experimento, lo que a todos les suena frente a lo que desconocen, lo mismo de siempre frente a la imaginación.
Me fascina como en pos de la Real Politik consiguen separar las mecánicas de la vieja política de sus símbolos, y abrazarse a estos últimos, probablemente como forma de hacerse más comprensibles y digeribles.
Me fascina sobre todo, como Podemos están sentados sobre una montaña de ejemplos de experimentación colectiva, y todavía no parecen abrazarlos como señas identitarias – algo que a ti te parecería un problema, no sé exactamente por qué. Si Podemos construyese un imaginario de Campos de Cebada y de Goteos y de Guifinets y de 15Msparato y de tantos ejemplos de nueva ciudadanía podría empezar a dibujar un horizonte no sólo social y cultural sino también estético que además de propositivo podría realmente reclamar la condición de nuevo. Ahora cada vez hay más viejas consignas y viejos colores y gestos muy reconocibles y estribillos que todo el mundo se sabe y cada vez menos dudas.
Yo es que no esperaba tener que estar tan pronto otra vez echando pestes de la hegemonía. Y cuando se cierre la ventana, haber como abrimos la crisis de representación, otra vez.
Raymond Williams: “Ningún modo de producción, y por lo tanto ninguna sociedad dominante u orden social, y por lo tanto ninguna cultura dominante, agota en la realidad el rango total de las prácticas humanas, de la energía humana, de la intención humana”
Si gana Podemos en su versión actual, me lo tatúo. Si el gobierno del común del Campo Cebada se instituye, también.
Rub,
efectivamente muchos de los proyectos que mencionas siguen funcionando, lo que lamento es que el partido político que aparentemente surge del fenómeno 15M, al instituirse pierda las sensibilidades y dejé de lado muchos de los debates y problemáticas que plantearon estos proyectos. Y estoy de acuerdo contigo, no “hay dipositivos coercitivos que no permiten que sigan ocurriendo esas cosas”, y eso es lo realmente lamentable, pese a no exisitir operan como si existireran. Es como un pensar-institución que necesita plantear que la política es lo electoral, el mitin, el folleto etc. Un volver atrás que me asusta.
Pues sí, Podemos no es un movimiento ampliado y distribuido como el 15m sino que es un partido político, pero me sorprende que te sorprenda. Como decía Errejón quieren construir “una maquinaria de guerra electoral” no un cartel pidiendo más unicornios (con todo el respeto que merece la metáfora de los unicornios). Otra pregunta sería por qué las formas culturales que envuelven a Podemos son otras a las que anhelas pero, y este es el punto, eso no las hace menos 15mayistas.
Estamos ante una dicotomía clásica análoga a otros procesos históricos de cambio político. El alejamiento de la generación del ’27 del surrealismo bretoniano y su campo estético más vanguardista (del vanguardismo de la época -no extrapolar-) simplificó algunos discursos en pos de la (evidente) urgencia social. Sin duda, es un tema que da para el debate. Personalmente, creo que los campos estéticos sirven igualmente para transformar la sociedad, como una herramienta política más que, al ser relegada, deja paso al arquetipo cultural que siempre se descubre como inocuo y por consiguiente, conservador. Y en eso estamos.
No hay un cierre formal al imaginario del 15M, pero esa máquina de guerra electoral en marcha (probablemente imprescindible) debe servir de alerta y aviso para redoblar esfuerzos en no perder -otra vez- por ahí.
¿Por qué Fundación Robo, Nacho Vegas, Los Chikos del Maiz o Hechos Contra el Decoro son un arquetipo cultural inocuo? Cuando dices “perder por ahí” ¿a qué “ahí” te refieres?
¿Dónde he escrito yo que Fundación Robo o Nacho Vegas sea un arquetipo cultural inocuo? Me refería más bien a la Estaca y a otro tipo de representaciones habituales en el territorio simbólico de la parte más visible de Podemos.
Pero entrando al tema, lo que he comentado otras veces (no en el comentario anterior) es que me resulta mucho más potente desde un punto de vista político el discurso artístico que se sitúa a distancia entre diferentes campos estéticos arquetipados, más allá de su relato explícito. Lo que significa por encima de lo que relata. Esto tiene muchas aristas, pero corriendo el riesgo de simplificar demasiado, entro con ejemplos. Para mi es más potente, desde un punto de vista también político, lo que hacen ZA!, Diploide, Jarfaiter o Soniye. Me interesa su discurso más allá de sus letras, mientras de los Chikos del maíz solo me “gustan” sus letras. Esto si es extrapolable.
Sí, solo lo decía porque esos grupos musicales forman parte del imaginario de Podemos, pero si prefieres señalar la canción que sonó una vez en Vistalegre, es una elección (una muy sesgada, por cierto). En cualquier caso, creo tu argumento es que la práctica artística tiene que suspender la tentación de hacer crónica política para poder trascender su época. ¿Es eso?. Perdona, pero es que lo de que “se sitúa a distancia entre diferentes campos estéticos arquetipados” no lo pillo :-/
Y, bueno Dani, si no te gusta la música de los Chicos del Maiz pero sí sus letras, pues sobre “gustos” no hay nada escrito. Bueno, en realidad sí, un libraco enorme de Bourdieu donde analiza su construcción social 😛 Bueno, en fin, podemos seguir hablando de lo que cada uno considera más potente y que por ese motivo es más o menos político o interesante.
Ni he dicho, ni por supesto pienso (como además sabes) “que la práctica artística tiene que suspender la tentación de hacer crónica política para poder trascender su época”. Lo que pienso es que la práctica (y su acción) política va más allá de un discurso explícito, también en el arte. Esto es estética, y como decía Jaron antes.. “Como si materialismo y estética no tuvieran nada que ver”.
Para mi es una novedad que las prácticas culturales no puedan ser explícitas en su discurso y en su forma y tengan que optar por ser poéticas. ¿Esto lo ha dictaminado Podemos o está escrito en algún manifiesto vanguardista que se me ha escapado?. Si insisto es porque solo veo argumentos que descansan sobre gustos o lo que cada uno cree que es “más potente” o “verdaderamente 15m”. De ahí no se deduce qué culturas quedan o han sido agotadas, cuáles son socialmente deseables o qué prácticas culturales son políticamente más disruptivas o reflexivas.
Que la práctica política tenga que ir más allá de un discurso explícito (si es que entiendo bien qué es eso) pues no sé, pero que eso tenga que ver con si es o no ees stética o sin es más o menos materialista, es un lío retórico de una escala considerable.
Qué aburrido me resulta que encores lo que intento decir. Porque, ¿he dicho yo que “las prácticas culturales no puedan ser explícitas en su discurso y en su forma y tengan que optar por ser poéticas. “? No, Frío, frío. Ni siquiera calentito, tío.
Lo que intento decir es que para mi hay prácticas artísticas que sin ser explícitas en su discurso escrito/hablado me resultan más interesantes desde un punto de vista estético, y por tanto político. ¿O lo estético no es político?
Y lo aterrizo: me resulta más interesante estética -y políticamente- un proyecto musical que, como ZA! u otros, hacen evidente que remezclan sin pudor una enorme diversidad de acervos vinculados a la cultura popular propia y ajena, que una canción en la que aparecen 15 veces la palabra procomún.
Lo mejor será seguir este debate (a quien le interese) con una caña mediante. ¿Esta tarde? ¿alguien más se apunta?
siento aburrirte, lo dejamos aquí pues 😉
Solo me aburre que coloques en mi boca manjares ajenos. Picajoso. ;P
Oye, y eso no quiere decir que me parezcan mal las que tiran de ese discurso escrito/hablado más explícitico. Simplemente que – y aunque algunas me puedan incluso gustar- políticamente me resultan menos incisivas que lo que comentaba, y espero se haya entendido.
creo que para que este debate sea productivo, sería importante dejar de usar la triquiñuela de equiparar estética con gusto, y pensar que cuando se habla de compelejizar el debate sobre cuáles son las decisiones estéticas o tecnológicas que se priman no se propone generar un orden de prioridades personales. obviamente tampoco estamos “hablando de lo que cada uno considera más potente o interesante”. pensar desde los cuidados no es una cuestión de gusto ni de potencia, tiene que ver con aceptar sensibilidades que no estaban en el mainstream político. aceptar que las tecnologías que una usa tienen agencias determinadas y que no es lo mismo usar una aplicación que gestiona una empresa ajena y que usa software cerrado que usar herramientas de software libre que pueden ser supervisadas por una colectividad. como sujeto no tengo una preferencia “de gusto” por el software libre, pero considero que las tecnologías nos constituyen como sujetos políticos, de la misma forma que lo hacen los discursos o las prácticas. en el fondo el debate tiene que ver con que tipo de debates se invisibilizan u obvian para encajar en los confines de lo que parece ser la política formal. pensar la estética como una suerte de pensamiento de lo sensible y no como una categoría de gusto es útil…
Lo que da gusto es leeros, primores.
Lo que no: el cambalache por el cual los jefes de Podemos han logrado convencer a tanta gente, también a muchas de nosotras durante un tiempo, de que ellos y su proyecto tenían algo que ver con (en el sentido de haberse dejado rozar siquiera por) el 15M.
Llegará por sí misma, pero creo que es útil acelerar la desactivación de este camelo.
Winter is coming, y aquí nos va a encontrar.
Besos, brazos.
Salud,
bueno a mi entender se ha abierto un temazo sobre políticas cutlurales / mmss, y en concreto sobre la estética y política que no se resuelve simplemente juzgando o analizando la capacidad estética de Za o de Fundación Robo o Nacho Vegas…, también muchos creemos que otras composiciones políticas y relaciones pueden hacer factible pensar la estética como un campo expandido de lo sensible donde reimaginar los desbordes de lo político, al tiempo que la política no debe solo jugar al campo popular o demagógico del cantautor atormentado (vamos que cuando el 15 m la gente esperaba de nuevo ver a Lluis Lach cantando). Personalmente sobre tema Za vs Nacho Vegas, la discusión es más bien la composición política de la distribución de lo sensible en varias capas: me interesa más los experimentos de Za en Hospitalet, repensar por qué Nacho Vegas en su coro de la famosa canción salco la pancarta en contra del Pla Paralel, el trabajo de taller de ficción en Poble sec con la gente de bulos.net a través de diálogos electroflamencos, el trabajo de afroreaage en Rio de JAneiro, el colectivo de laboratorio de hip-hop de jóvenes del Raval la LLama en colaboración con Tanquem los Cies, o las propuesta de Astra Guernika de Kafe eta galleta, el circo social de Ateneo Nou Barris o el proyecto complejo de Unidos por el Flow de Kasal de jóvenes de Roquetes. Experimentos, con muchas complejidades, donde se disponen y friccionan modos de políticas y estéticas sobre lo político, más allá de un análisis pormenorizado si uno u otros tienen más registros musicales o mezcla de estilos. Bueno claro ejem, por abrir otra veta de discusión de eso tan raruno que es la estética, y ampliarla a cómo desde las diversas prácticas culturales también se generan otras ciudadanías…
no sé si esto también vale para los blogs, pero +1 Javier!
Javier, en absoluto pretendo confrontar lo que representan ZA y Nacho Vegas. Creo que son actores muy complementarios (y necesarios). Mi intención era intentar abrir el campo estético por el que políticamente sentirnos representados. Me siento parte de Fundación Robo, pero me interesa apuntar hacia otras formas estéticas vinculadas a la música que suelen quedar fuera de la representación política y que me parecen, cuento menos, igual de relevantes.
Me parece muy apropiado cuando hablas de “experimentos”, y es por ahí por donde podemos imaginar otras formas de representación estética desde la diversidad. Y Za lo ejecutan mamando de distintos acervos musicales, algo que para mi aporta información, que también es política. Proyectos como Baix Llobregat Block Party o Puentegramas son otros ejemplos interesantes de experimentación política a través de la música.
Precioso artículo, Jaron, ¡y muy atinado!
Me gusta lo que dices sobre la importancia de atender a los formalismos estéticos. Estoy de acuerdo.
Llevo un par de meses entrando y saliendo de esa obra magna que es el “Fin-de-siècle Vienna” de Carl Schorske. Un libro maravilloso en el que retrata la decadencia de la cultura y política liberal a finales del S.XIX. De aquéllas cenizas surgieron el expresionismo, el psicoanálisis, la composición atonal: Kokoschka, Freud, Schoenberg. También surgieron el anti-semitismo, la democracia cristiana, el sionismo. El ego liberal implosionó y refracto las urgencias, los instintos y las pasiones de un sujeto descentrado, confuso, atomizado. Se replantearon los lugares, los tiempos, los recursos del habitar: de las operas a los jardines a los suburbios; de las plazas a las universidades a los aposentos más lúgubres y escondidos de la psyche.
Coincido con Jaron que en España la energía del momento que vivimos parece encontrar sólo una salida fértil cuando es pensada desde la horma de cierta composición política: procesos instituyentes, afectos, comunes. Muy pocos se esfuerzan por pensar desde las formas espaciales, materiales, temporales que atraviesan y recorren esos procesos mismos. Acabamos siempre en el lugar común de una filosofía política que, a pesar de su sensibilidad, encuentra en Ranciere o en Negri o en Federici portavoces para todo.
Creo, finalmente, que no estamos siendo fieles a las formas que vivimos.
hay mucha maneras de ver como se encuentran o desencuentran lo estético y lo político. es una tensión permanente. pero aquí tengo la sensación que hay otra cuestión, que Rubén expresó sintéticamente en un comentario:
"Otra pregunta sería por qué las formas culturales que envuelven a Podemos son otras a las que anhelas".
Tengo mucho menos estudios que vosotras, así que me expresaré fatal, pero básicamente el trabajo de organización de los deseos y de las prácticas materiales (incluso y sobre todo bajo la forma partido de Podemos o bajo otras formas como Guanyem) debería permitir siempre y al mismo tiempo más peticiones de unicornios. No se sabe muy bien por qué pero resulta que una cosa retroalimenta la otra, quitas una, se muere la otra.¡Más unicornios ya!
Hola,
caray, cuanto tiempo hacia que no intervenía en los comentarios de un blog, esto lo hago sólo porque habeís escrito antes Jaron, Ruben y Dani 😛
Jaron, en mi opinion, tu articulo tiene dos partes: una que se refiere a un cierre de las posibilidades de experimentación política surgidas del 15M, algo asi como una consecuencia en términos de organización social innovadora del cierre de la crisis de representación. Y otra más propiamente cultural que se refiere al nacimiento de una cultura Podemos emergente que repescaria los significantes más obvios de lo que se llamó el arte político. Sobre esta última cuestión ya van varios artículos, el último de ellos de Diego Manrique en El País hace un par de días.
Voy a contestar sobre todo a la segunda, pero sobre la primera te diré que creo que no hay tanto un cierre de la crisis de la representación como un uso táctico e instrumental del partido político. Que significa esto en términos prácticos, que si Podemos falla en la provisión más o menos clara de mejoras materiales para la población en general, se volverá a abrir la crisis de representación. Se podrá abrir de forma interna a Podemos, generar una nueva forma política o ensayar formas de populismo de derechas. En el contexto en el que tu planteas la discusion, esto debería servirnos para no confundir el asecenso de Podemos con otras formas de partido históricas altamente orgánicas, el PCI italiano en los 50 y 60 serían el ejemplo de manual, que además de ganar elecciones aspiraban, y lo conseguían, a organizar a amplios sectores sociales. Y esto por supuesto afectaba tanto a las formas del vinculo social como los procesos culturales. De hecho, en no pocos momentos el PCI parecía más interesado en lo segundo que en lo primero.
Sobre la segunda cuestión, la aparición de una nueva cultura Podemos, con la música y en concreto la recuperación de los cantautores como punta de lanza del “arte político, creo que la cuestión se planteando regular. Podemos simplemente noe stá en posición de generar o promover una nueva/vieja cultura. Vamos con L’estaca. Lo que sucedió en Vistalegre es que simplemente se volvió la mirada hacía prácticamente el último momento histórico en que había determinadas canciones de consenso, en concreto, consensuadas como significante político. L’estaca o Mercedes Sosa son simbolos pre-1978 que agrupaban a las dos grandes familias de la lucha antifranquista: los estudiantes, más o menos sesentayochistas, y los obreros fordistas. A partir de ahí, todo lo que viene en términos culturales es un proceso de escisión de identidades de corte posfordista que acompaña al proceso de descomposición de clase y que se va a manifestar en términos sociales en un corte radical entre la futura clase media (estudiantes y obreros fordistas en ascenso) y las futuras clases subalternas (obreros que quedan atrapados en su medio social).
Podemos recuperar la historia de los elementos culturales de la formación de la clase media en esos años y nos topamos de lleno con los temas de Indies, Hipsters y gafapastas de Victor Lenore. Un campo que utiliza los elementos culturales para componer la declaración política por excelencia de la clase media: “no voy a luchar porque tengo el suficiente capital cultural y la suficiente seguridad material como para no hacerlo”. Y que para ello traza una línea de exclusión entre el adentro y el afuera a la vez, internamente, desarrolla fuertes mecanismos de jerarquización interna. Los “indies y los hipsters” están en situación de competencia entre sí. Es una situación que bascula entre la escisión identitaria posfordista, la disolución del vínculo social y el repliegue resistencialista de las subculturas. En cualquier caso, es una clara situación de fragmentación cultural y, prácticamente, de incomunicación funcional entre los distintos nichos culturales. En términos prácticos, esto significa que L’estaca es prácticamente la última canción de nuestra historia reciente que puede ser puesta por sorpresa y cantada coralmente por el auditorio entero.
Volvamos a Podemos. Su estrategia política es la suma rápida de sectores sociales a un proyecto electoral tocando su malestar social. Los fundamentos materiales de la clase media se derrumban y sin ellos no es posible la declaración constitutiva “no quiero luchar”. Esto arrastra, entre otros, a los sectores “indies, hipsters, etc”. Pero no hay que confundir el proyecto de Podemos con una recomposición de clase. Digo clase en el sentido de E.P.Thompson, como alianza amplia de sectores sociales diferentes y subordinados que superan su fragmentación para plantear un conflicto político entre dominantes y dominados. En un proceso de recomposición de clase, es fundamental que los vínculos sociales se recompongan y ahí son fundamentales los significantes compartidos y el acompasamiento de las estructuras de sentimiento. Ahí es donde nace esa nueva cultura compartida, una dimensión que Podemos no toca, ni debe tocar, el riesgo de hacerlo es caer en algo así como un hipsterismo institucional, y a la que el 15M tan sólo llegó a asomarse. Es decir, ni hay una cultura de Podemos, ni apenas ha empezado el proceso de ruptura de la líneas de separación culturales que nos han mantenido incomunicados con el espacio social más amplio desde hace tres décadas. Y, por supuesto, este es un proceso, el de formación de elementos culturales de clase, que no puede decretarse desde las instituciones y que pertenece al ámbito de lo que llamamos “los movimientos”. Y es lento, en Inglaterra, donde se desarrollo el mejor ejemplo existente de autonomía cultural de clase, llevo doscientos años de periodicos, novelas, poemas y canciones propios. Esperemos que no tarde tanto aquí pero tampoco menospreciemos las dimensiones de un proceso de este tipo.
Besos
Isidro,
entiendo las razones por las que separas en dos bloques el debate, y que es más fácil abordar el asunto así, pero realmente creo que las formas de experimentación política, los lugares desde lo que se puede enunciar lo político, las sensibilidades y las tecnologías que se utilizan para hacer política están estrechamente vinculadas. Es decir, no considero útil separar los objetos culturales nacidos de la cultura libre de las herramientas y modos de producción con los que se han hecho. Mi crítica no va tanto a la canción sino al formato mitin, escenario, atril, canción rancia de unidad al final. Es decir, la experimentación nace en un contexto complejo en el que se abren espacios de participación política, se introducen nuevos-viejos vocabularios, se producen nuevos sujetos políticos y se ponen en crisis formas tradicionales. Me interesa ver porqué se cierran estos espacios y formas.
Ergo, no hablo de arte político, no hablaba de objetos culturales. Hablo de los espacios, tecnologías, materiales, sujetos etc. que hacen posible que se pueda poner en crisis la política institucional como marco privilegiado para hacer y definir lo que es política. Obviamente de este desplazamiento dependen canciones, imágenes, plazas, pero también, redes sociales, pads, licencias, etc. El prototipo acontece en los lugares en los que estas tendencias se cruzan, en sus tensiones y en sus encuentros.
Por eso no hablo de “la aparición de una nueva cultura”, sino de cómo todos los experimentos, prototipos, ensayos, lugares y tecnologías que se pusieron a prueba, ya constituían un espacio cultural del que podían salir muchas formas de organización, tipos de sensibilidad, discursos y prácticas políticas. Lamentablemente parece que a medida que todo eso se acerca a la política formal, se hace necesario recuperar todos los habitos y comportamientos que tradicionalmente se relaciona con lo polítco: el mitin, la ovación, el micrófono como tecnología privilegiada, y todo lo demás. No era una nueva cultura, pero sin duda, era mucho más polifónica y compleja que el mitin con canción progre al final.
Jaron, entiendo lo que dices, pero, francamente, creo que hay un problema de enfoque.
Estoy muy de acuerdo en que hay una serie de elementos culturales que estaban ahí y ya no están. Pero no creo que la causa de su desparición haya sido Podemos. De hecho creo que la aparición de Podemos es un síntoma de los mismos límites organizativos y de clase del 15M que hicieron que todos estos proyectos 15M fueran tremendamente frágiles. Cómo cualquier proceso de apertura estilo “empezamos despues de décadas a hablar en común” como dice Carolina, trae consigo la aparición de nuevas formas comunicativas y culturales. Pero su persistencia era bien complicada en, por un lado, un modelo de estado cerrado oligarquicamente y sometido a las políticas de austeridad , por otro, en un panorama más amplio de devastación comunitaria y fragilidad del vínculo social, que dificultan enormemente las formas organizativas, que el 15M sólo empezó a revertir, y en contexto de caida constante de los niveles materiales de vida de los sectores de clase media que los protagonizaban. La pregunta entonces es ¿Cómo en una coyuntura con estos límites se hubieran podido, no sólo mantener, sino ampliar estos proyectos hasta ir sumando a capas sociales más amplias?
Y, por favor, que no se confunda esto con una especie de apología de Podemos. Si quereís que hablemos de Podemos, nos ponemos con el modelo organizativo, la falta de pluralidad y las listas plancha. Simplemente se trata de no endosarles una responsabilidad que, por un lado, les viene grande y, por otro, en realidad, hariamos mal en querer que asuman de manera directa, salvo que queramos liquidar el sustrato mismo del que nacen los procesos culturales. Desde el punto de vista de la innovación cultural, haríamos mejor en presionar a Podemos para que no abandonen la Renta Básica en su proceso de centramiento, y se libere el tiempo necesario para la experimentación cultural, que pidiendoles que opten desde una posición electoral hoy, y posiblemente de Estado mañana, por uno u otro de los nichos culturales que existen hoy.
Y, por cierto, por si hay dudas, detesto L’Estaca pero para liquidarla de verdad hay que construir colectivamente algo nuevo, no nos vale con lo que hoy tenemos.
Hala, pues yo también entro al trapo, y con un comentario rancio, rancio: a mí lo que me llama muchísimo la atención es el, digamos, resumen de lo que fue el 15-M para Jaron. Absolutamente nada que ver con lo que fue para mí. Mi 15-M iba de “por fin hablamos entre todos (y no solo entre los izquierdistas coñazo de siempre) de las cosas serias e importantes que nos afectan a todos como el trabajo, el dinero, la fiscalidad… y con la patente sensación de que es a nosotros a quienes nos corresponde discutirlas y decidirlas”. Y no lo digo por joder (o igual un poco sí ;-)) pero para mí las fiestas cumbieras, las promiscuidades afectivas, los unicornios y hasta mi querida Fundación Robo son una anécdota al mismo nivel que la comisión de espiritualidad.
Entonces, si el problema pre-15M eran los izquierdistas coñazo de siempre, ¿por qué la apuesta ahora pasa por las prácticas de los izquierdistas coñazo de siempre junto a los izquierdistas coñazo de siempre? No lo pillo.
uy no, qué va. El problema pre 15-M era que los izquierdistas coñazo de siempre éramos 4 gatos (y nuestra ineficacia para ser más). O sea, izquierdista coñazo de siempre lo decía con cierto… ¿orgullo? Y el problema post 15-M (o el problema gordo para Podemos) probablemente sigue siendo el mismo.
No puedo verlo más diferente, pero me resulta muy clarificador.
Para ti el 15M significó ser más gente siendo la misma izquierda coñazo de siempre. Veo completamente lógica la apuesta por Podemos.
Para mí el 15M no era de izquierdas (o, como mínimo, no era la misma izquierda coñazo de siempre) y cambiaba de melodía en formas y contenidos.
Mmm, sospecho que para ti “izquierda coñazo de siempre” significa algo así parecido a disciplina de partido. Y no, por ejemplo, un mundo sin fronteras, sin cárceles ni ejércitos, con conciencia ecológica, con igualdad radical de género y de nivel de vida y esas cosas en las que andaba yo pensando…
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos
que las querellas (contra Bárcenas) que antes firmaban los movimientos, ahora (contra Pujol) las firman los partidos,
que la unidad de la izquierda ahora se llama confluencia,
que si no estás conmigo estás contra mí,
que a la realpolitik le llaman ganar
y que si no lo haces como yo digo eres un purista que renuncias a ganar.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
Entiendo el fondo de lo que dices, pero Hibai, históricamente, movimientos y partidos no han sido cajones estancos. No digo (rehab, no, no, no) que todo movimientos sea un partido y viceversa, pero en el cambio institucional –más derechos, nuevos sujetos políticos, otras culturas dominantes– hay una fusión (también confusión) entre movivimientos y partidos. Si hacemos cajones estancos, es fácil el diagnóstico: cooptación, captura, cuentistas, intereses ocultos, etc. Si la cosa no está tan determinada por esas categorías, pues el diagnóstico es más complejo.
Hay una candidez muy loca en pensar que el rumbo institucional (los modos de hacer que se han acumulado en las instituciones, sus normas, sus calendarios, su arquitectura, sus dispositivos de poder) se pueden cambiar tal que así. La dependencia del rumbo siempre está ahí. El conservadurismo institucional no viene de esto o de otro régimen, sino que es el origen fundamental de las instituciones. ¿Cambiar eso sin colapsar?, menudo quilombo.
A mi lo que más, más, más me da pereza es “o conmigo o contra mi”. Que la crítica profunda, fina, rotunda, no sea parte del camino, es EL HORROR. Creo que eso está de fondo en lo que dices…y lo comparto.
La cultura del silencio nos está comiendo. Y el que se mueva no sale en la foto.
La real politik que algunos plantean va de eso. Incluso con la información.
Gente que quiere hacer ‘nueva política’ pero para ello quiere ‘viejo periodismo’. Un estanco de legitimidad sin crítica ninguna. Su propia cabecera.
Coincido en el perezón máximo que da todo esto.
Mario, más claro y sintético es imposible. Es Justo eso que dices.
Últimamente leo apelaciones a Fundación Robo, el colectivo musical en el que participo, para llevar a cabo tareas que nos vienen demasiado grandes. Reconozco que a veces estas alusiones me hacen sentir un poco incómodo. Como bien ha señalado Rubén, no hay que pedirle peras al olmo. Nadie puede hacer algo así de manera consciente. Nuestra idea desde que empezamos es ir publicando periódicamente canciones escritas en estos momentos de urgencia, además de versiones, adaptaciones y lo que vaya surgiendo. No aspiramos a mucho más, es imposible que una plataforma, por muy colectiva que sea, sirva para crear una nueva estética. Para eso hace falta volver a construir comunidad y recomponer lazos sociales rotos desde hace décadas. La nueva estética llegará, pero creo que aún tardará un tiempo. Nosotros podemos aportar nuestro granito de arena en un ámbito muy determinado. En el mejor de los casos, conseguiremos ser un foro interesante de discusión cultural. No es poco.
por si ha dado pié a confusión, en mi artículo argumentaba que la fundación robo, junto a muchas otras cosas, ya estaba pasando. no tiene que inventarse nada porque ya era parte de un ecosistema de cosas que estaban perfilando nuevas formas de entender el mundo, y obviamente, la política
No me refería tanto a ti, Jaron, como a otras alusiones recientes. Diego Manrique, por ejemplo, decía hace unos días en ‘El País’ (http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/17/actualidad/1416249887_186476.html) que en Podemos no había rastros de la canción política de los últimos tiempos que dinamizaban iniciativas como la nuestra. Mi duda es si tiene sentido que las haya. Hace poco Fundación Robo participamos junto a Alicia Ramos y la Solfónica en la presentación pública de Ganemos Madrid. Cantamos “Esta tierra es nuestra”, la adaptación del “This Land Is Your Land” de Woody Guthrie que lanzamos en Robo hace un par de años. La cosa quedó más o menos bonita y fue hasta entrañable, pero pienso que el gesto estético tiene que ser popular. Valoro mucho la intención de Ganemos de reflejar una parte de ese ecosistema de cosas que perfilan nuevas formas de entender el mundo, como dices, pero también creo que tenemos que estar muy en guardia ante la posibilidad de estar reproduciendo la enésima reunión de amigos (no pienso que Ganemos lo sea, ojo). Dicho de otra manera: ¿te imaginas que Podemos hubieran cerrado el acto de Vistalegre con “Cómo hacer crac”, “Teófilo Garrido” o “La revolución no será televisada” (aunque esto último hubiese tenido su coña)? Me pregunto cuántas personas hubiesen cantado estas canciones al unísono (apuesto a que ni un 5% de los presentes). Muchos dicen que de Podemos se esperaba que el gesto estético fuera otro, pero también me pregunto qué otra canción podrían haber elegido. Coincido con Isidro cuando afirma que se escogió una de las últimas canciones de nuestra historia que fue “de consenso”. Es cierto que a partir de ahí todo se convirtió en un batiburrillo posfordista de identidades escindidas. Ahora mismo no hay una cultura popular politizada “nuestra” ni referentes comunitarios, e insisto en que aún tardarán en surgir.
Cuando veo los ordenes del día de los círculos muchas veces me entra sueño.Cuando oigo a Iglesias sin soltarse la melena me suena un párroco en un púlpito. Cuando veo reivindicar la Moncloa por si nos podemos organizar mejor, toco madera. Cuando la izquierda coñazo fundamentalmente tiene pollas y a la nueva, innombrable, se las sigo viendo, me meto en la cocina y guiso. Cuando la calle desaparece siento el socavón bajo mis piernas. Cuando el futbol es la metáfora de cada día me dan ganas de dar una patada. Ya no me queda la palabra, solo la paciencia que me produce el ver a miles de personas pensando como dar con la tuerca que apriete en dirección contraria a lo que conocemos. Y la paciencia todo lo alcanza, que se lo digan a mis sesenta años
Me gustaría que alguien asumiese por otra parte, cosa que hecho tremendamente de menos, que ni cultura = cultura popular ni cultura politica = cultura popular. Cultura partidista lo es, nevitablemente, pero estos parametros como marco de esta conversación empobrecen horriblemente el potencial de la cultura para generar unicornios y nuevos espacios experimentales de cambio. El problema de La Estaca o el Roto no es solo que sean viejos, es que son muy poquito, muy inofensivo.
en cambio, “nuevos espacios experimentales de cambio” le da un potencial brutal a la cultura y es súper joven!
Este comentario si que te ha quedado súper joven. Concretamente, parece escrito por alguien de 13 años.
No sé, si lo que entendemos es que el espacio de la cultura en el espacio político es generar una serie de proclamas y consignas, de signos en los que reconocernos los unos a los otros, el pintar las camisetas que nos ayuden a identificar quienes son los nuestros, yo creo que le pedimos muy poco. A mi toda esta conversación sobre La Estaca me parece de relativamente corto recorrido. Yo, como decía Brecht, cuando pienso en el papel de la cultura no quiero un espejo, quiero un martillo. Y para mi eso era lo que pedía Jaron en su texto: “paradigmas estéticos y de convivencia nuevos” esa política “de lo deseable y lo extraordinario”, no de lo meramente posible.
Entre otras cosas, porque lo de generar espacios y mecánicas nuevas no es que sea un capricho, es que es imprescindible. El que crea que esta operación consiste básicamente en volver a una socialdemocracia del crecimiento, o no lee mucho los periódicos o no entiende lo que lee.
bueno, vale, era un juego para decir que en esa definición cabe todo y que, en el fondo, los memes son cultura popular. Pero el punto importante creo que es otro.
Lo de consignas en el espacio político, querrás decir consignas en un espacio de partido. Es que no es lo mismo. Y ese es el tema clave: ¿qué esperar del imaginario de un partido político?. No sé, lo digo en serio, yo no espero nada de nada. ¿Ha existido un partido de imaginario vanguardista? ¿que no hiciera un miting? ¿que no hablar con micrófono? ¿que no sobreexpusiera a un líder?. Tendrías que irte a los zapatista…meeeec, no es un partido político. No sé. No os pillo.
Se podría decir: venga va, Podemos se ha financiado con crowdfunding. Bueno, Podemos ha citado a 15mparato. Vale, Podemos quiso implementar el método PartidoX. De acuerdo, Podemos hizo un miting con una canción de Fundación Robo. Pero es a lo máximo que podrá llegar un partido que busca nuevas mayorías, ya que ese imaginario cultural es de minorías. Es de una lógica aplastante.
¿Sería deseable que Podemos asumiera toda esa vanguardia de la cultura digital como propia? ¿Sería deseable que Podemos hiciera de la gestión comunitaria (como Campo Cebada) algo institucionalizado?. Pues la verdad, NO. Sería una mera cooptación. ¿Por qué lo deseáis?. No-lo-pillo. Pero es que da igual, quieren GANAR las ELECCIONES, como un partido político al uso. Están haciendo servir imaginarios de consenso, de nuevas mayorías, son una máquina de guerra electoral. En cada paso que da, Podemos está demostrando que es un partido político convencional. Muy convencional. Ni más democracia interna ni desbordamiento instituyente. Ni otros modos de hacer y, por eso mismo, ni otro cultura ni otra estética.
Por eso, mi punto es pensar que no todo acaba. Que ni siquiera nada ha empezado. Que esto es un ciclo largo y que las apisonadoras de Podemos haran homogéneo lo que no se defienda y lo no siga acumulando fuerzas, no lo que la promotora decida. Me cuesta mucho pensar que no estemos de acuerdo.
Otro tema al hilo de los unicornios quincemayistas. Sin acritud: ¿La fetichización del 15-M no es un poco el nuevo ‘que bien lo pasamos en Woodstock, cuanto follamos y eso sí que eran tripis y no lo la mierda de ahora?
Creo que algo que se ha olvidado por completo y es tan simple y tan grande como el placer de cantar. No sólo el tema de la “canción de consenso”, en el que estoy de acuerdo con Isidro y Roberto, no sólo en la anécdota de la que habla Carolina. Yo hablo de miles de personas que paran un par de minutos a cantar juntas (hablamos de pueblo y no pensamos en lo que ocurre cualquier domingo a un estadio de fútbol al poner el himno -a ver si se nos ocurre otro lugar que congregue a más personas TANTAS veces-). ¿Qué otros placeres pueden practicar miles de personas a la vez? Un dos tres, responda otra vez. ¿Y no veníamos a hablar de placer? Audacia underground sí, pero a la búsqueda de lugares comunes de placer (playas y parques, comida, canciones!) siempre también. Por eso, y esto es ya más personal aún, me interesa mucho más el Ganemos del bocata de calamares que un Ganemos más Fundación Robo.
El melón está mucho más abierto, lo sé, pero ahora esta es mi aportación por ahora.
Coincido en general con lo que dices, Malela, pero respecto a la presentación pública de Ganemos te respondería que ni tanto ni tan calvo. Solo digo que tenemos que estar alerta ante el peligro de la autorreferencialidad, pero lo de aquel día fue algo más que un Ganemos más Fundación Robo. Se sumaron la Solfónica (que cuentan con bastante legitimidad social) y Alicia Ramos (que ha participado con su voz y su guitarra en varias movilizaciones). Y se eligió una canción muy comunitaria. Es una adaptación de un himno popular estadounidense, sí, pero en la readaptación para incluir barrios de Madrid participó mucha gente, luego se repartió la letra impresa y, para nuestra sorpresa, la cantaron muchas personas, especialmente la gente mayor. Eso fue muy emocionante. Mi matiz aquí es que en un acto de estas características no puede ser nunca solo la Fundación Robo. Con más tiempo seguro que se hubieran podido incluir otras voces, pero teniendo en cuenta las circunstancias creo que la cosa se resolvió dignamente.
¿Alguien ha pensado en compararlo con el Acto de Final de Campaña de la CUP en 2012? Obrint Pas, Cesk Freixas… Ska con gralles y canción protesta. La ‘canción común’ allí fue solo de la EI, teniendo en cuenta que siempre ha habido (bastante) un continuo político-subcultura-estética en estos ambientes.
Como en el caso de Podemos no lo veo algo tan problemático y tampoco creo que cierre una idea futura de “cultura”. Está todo abierto, aunque coincido en que hay riesgo de recentralización y hememonización de las formas culturales. Habrá que estar alerta.
Como dice Isidro yo con forzar la renta básica me vale el experimento de, luego ya se buscarán experimento nuevos, que tendremos algo más de tiempo 😉
Muy gran y grata discusión
“Como si la economía no fuera una ficción tecno-estética plagada de gráficos, excels, fantasías, libros de management en salas de espera de aeropuertos y especulaciones sin visos de acontecer.” …y si pasamos de la política y asaltamos con nuestro unicornios a la economía directamente?
No puedo compartir la interpretación de la emergencia de Podemos como un fin de ciclo del movimiento 15M, como un escenario post15M. Y menos aún si el 15M como mejor se definía era de acuerdo a un estilo, a una manera de hacer que no veo que haya muerto. Lo único que ha pasado es que esa manera de hacer no está encontrando su cristalización en el campo electoral, y tal vez nunca lo haga. O tal vez sí. Desde un estilo 15M, más interesantes son el Partido X y Guanyem como intentos de dipositivos, o si queréis, artefactos electorales. Pero no tienen cinco diputados en Europa. Quizás por eso.
El 15M y Podemos se alimentan en la misma pradera, la del cabreo ciudadano, pero no por eso son la misma cosa. Podemos se vistió de 15M, y poco a poco se ha ido despojando del disfraz. Tanto Podemos como sus partidos oponentes tienen interés en asimilar Podemos al 15M. Tiene muchos colectivos y ciudadanos 15M apoyándole (al menos hasta ahora), pero eso no lo hace 15M. Recordemos también que como advertí hace mucho tiempo, el 15M tras la ocupación de las plazas tiene dos almas en tensión como la tensión weberiana de un capitalismo consumista basado en la frugal ética protestante. En fin, sobre eso ya he escrito suficiente. Podemos se aprovecha de esa cultura viejuna que se incorporó a la nueva cultura inaugural del movimiento.
En ocasiones hablais de la relación cultura-política institucional como si la irrupción del punk hubiese detenido a Margaret Thatcher. WTF. Y es que además, los cambios culturales, los duraderos, son parsimoniosos. Macrohistoriadores impopulares como Spangler o Sorokin, trístemente olvidados, me parecen bastante convincentes en este sentido.
Lo más importante del texto es su conclusión: “como siempre, hay quienes tienen urgencia por hacerse viejos, por suerte, quedamos muchos que aún no.” Podemos es una consecuencia, otra, del 15M. No es la expresión del 15M. Enterrar el ciclo 15M ahí es tener mucha prisa y tal vez poca perspectiva. Porque la PAH o el Partido X se organiza como Podemos, ni la Fundación Robo canta L’Estaca.
JL Vicente anticipa muy bien “el retorno” al panorama electoral de este 15M que hablamos como una etapa superada: “Y cuando se cierre la ventana [de oportunidad], a ver como abrimos la crisis de representación, otra vez”. Estoy con él: la abriremos los mismos del 15M, la abriremos con el mismo estilo que el 15M. Vamos; el 15M.
Aunque tal vez no se haya expresado bien, estoy totalmente de acuerdo con Daniel. Y Ultraplayback (y me parece que a Daniel no le gusta ni la música ni la letra) es un ejemplo radical de lo que dice. Es una banda que ha encarnado muchos rasgos culturales de la fundación robo con muy poco crédito por ello por no enarbolar las banderas icónicas, y por eso ha llevado esos valores antes y a un público al que la fundación robo no llega. En la primera captura que hizo archive.org de la rompedora homepage de la web de ultraplayback.com veréis el DIY (ya no solo musical sino web), el mp3 libre (buscad webs en archive.org de grupos en 2004 haciendo eso), etc. En esto de la cultura, algunos solo ponemos granitos de arena y otros sacos. Pero nosotros antes cantábamos “ya nadie baile, todo el mundo es DJ”, y después del 15M cantamos “todo el mundo baila, todo el mundo es DJ”. El que no quiera ver rupturas de estilo y su influencia en la sociedad es porqué no quiere. Están ahí, en los márgenes, donde siempre empiezan. Unas te gustarán más, otras menos.
En definitiva: Podemos no existiría si los partidos actuales hubiesen hecho algo de caso a los que salimos a las calles. El 15M sigue siendo irrepresentable, pero al menos ahora parece que vamos a tener un partído político con posibilidad de gobernar que será sensible a lo que pase en la calle. Pues oye: me alegro. No me parece tan difícil ver que la cultura que dio pie al 15M sigue igual, incluso más fuerte y más sabia. Lo veo en los comentarios de este post. El desánimo es solo para los de la urgencia. El 15M es red de nodos autónomos e interconectados de forma distribuida. ¡A lo nuestro, Pegaso!
Muy buen articulo