Artículo original publicado en el CCCLAB, en febrero de 2018
La relación entre los memes y la política no es cosa menor; dicho de otra manera, es cosa mayor. Para entender su relevancia, antes es necesario que nos detengamos a reflexionar sobre una realidad de suma importancia: la tensión que surge entre la política y lo político. Esto, que podría parecer un mero entretenimiento lingüístico, un juego de palabras, no lo es. Con Chantal Mouffe y su libro En torno a lo político 1. hemos aprendido que «la política» y «lo político» son dos conceptos muy diferentes que implican esferas de acción y juegos de poder muy diferentes. La política es una tecnología muy bien articulada. Votos, urnas, campañas, micrófonos, parlamentos, elecciones, informes, estadísticas, instituciones, trajes, atriles, etc. se aglutinan para producir el ámbito de la política. Es la normalización de los debates políticos. La política tiene mecanismos de validación, de reconocimiento y de exclusión. Normas e instituciones públicas. En cambio lo político es un poco más salvaje. Lo político es todo aquello que nos afecta, las tensiones y antagonismos que cruzan nuestras vidas. Preocupaciones, malestares, anhelos que cruzan el campo social y determinan nuestras vidas. Lo político es la materia bruta de la política. Son las tensiones que va recogiendo la política para encauzarlas en debates, espacios, normativas y lenguajes. Lo político tiene que ver con cuerpos; la política, con palabras.
Podemos aventurar que una democracia no se encuentra muy bien de salud cuando la correa de transmisión que vincula la política con lo político deja de funcionar. Cuando está rota. Cuando las tensiones y los antagonismos que cruzan el cuerpo de las personas no llegan a los oídos de los estamentos políticos. Cuando el malestar no se recoge o simplemente se ignora. Cuando los asuntos de lo político no se asumen desde la política. Saber transformar estos malestares, los antagonismos, en preocupaciones o en temas para la política es una de las tareas más complejas para lo político. Saber elevar lo que podrían parecer problemáticas particulares a un problema que afecta al conjunto de la sociedad. No hay un método o fórmula única para traducir lo político a asuntos para la política. ¿Cuántas mujeres han de ser asesinadas al año para convertir el fenómeno de la violencia machista en una preocupación real para la política?¿Cuántos turistas han de orinar en la calle para que el turismo se transforme en un asunto a tratar?¿Cuál es el número exacto de parados que hace que el fenómeno del paro se vuelva una preocupación para la política? En el siguiente artículo nos vamos a detener a explorar ese espacio liminar que emerge entre la política y lo político. Entre los malestares y los asuntos de la política. Entre los movimientos sociales y los partidos políticos. Entre el anhelo y la institución. Es en este espacio indeterminado en el que se cuecen los memes.
Los espacios de mediación o mecanismos de traducción de lo político en asuntos para la política son variados y no siempre funcionan. Históricamente diferentes dispositivos han cumplido esa función: grupos de presión, acumulaciones de firmas, acciones de desobediencia civil, manifestaciones, acciones poéticas, lazos en la solapa, ocupaciones de espacios de representación, etc. Todos ellos constituyen estrategias y dispositivos que pueden contribuir a transformar las formas de antagonismo y de malestar que cruzan lo político en asuntos para la política. Lamentablemente, no siempre funcionan. Tensionar la política no es fácil. Germán Labrador, en su libro Culpables por la literatura, nos cuenta que durante la transición, cuando la democracia del Estado español se estaba fraguando, no estaba muy claro cuáles eran los mecanismos para elevar las preocupaciones sociales y así convertirlas en asuntos para la política. Por ello, las paredes y muros asumieron un papel importante en este ejercicio de mediación. Eran los lugares en los que el malestar individual podía transformarse en un asunto público. Según el autor, «las pintadas fueron un lugar de representación de la ciudadanía emergente». 2 «OTAN no, bases fuera», «Llibertat, amnistia, Estatut d’autonomia», «Menos rey, más cultura», «Pisos sí, chabolas no», «Los partidos políticos son los condones de la libertad».3. Así, el grafiti se podía entender como «cauce de expresión de una opinión ciudadana directa, que ha sido excluida en el desarrollo de los acontecimientos políticos que van a conducir en primavera a la primeras elecciones democráticas».4 Cuando los canales que vinculan lo político y la política no están claros, se inventan. Cuando están saturados, se desbordan.